Sal: ¿eleva más la tensión arterial en mujeres o en hombres?

El 42,6 % de la población adulta española mayor de 18 años es hipertensa: el 49,9 % de varones y el 37,1 % de las mujeres, según datos del estudio Di@bet.es. Asimismo, los hombres menores de 75 años tienen un mayor riesgo de hipertensión que las mujeres, si bien este riesgo se suele igualar en las mujeres después de la menopausia.

El consumo de sal, importante fuente de sodio, está relacionado directamente con el aumento de la tensión arterial. Sin embargo, el organismo necesita cierta cantidad de sodio para funcionar correctamente.

Se estima que el aporte necesario de sodio es de alrededor de 500 miligramos (mg) o un cuarto de cucharadita de sal por día para conducir los impulsos nerviosos, contraer y relajar los músculos, y mantener el equilibrio adecuado de agua y minerales. 

El problema es que la sal sube la tensión, lo que favorece el desarrollo de hipertensión arterial y la aparición de enfermedades cardiovasculares. De hecho, según la Fundación Española del Corazón, el 45 % de los infartos de miocardio y el 50 % de los ictus están asociados al consumo excesivo de sal.

Si bien el consumo diario recomendado de sal no debe exceder los 500 mg, en España se suele duplicar esta cifra. La mayoría del aporte diario de sodio que necesitamos lo obtenemos a través de la alimentación; por ello, es importante reducir el consumo de sal añadida para prevenir tanto la tensión alta como los eventos cardiovasculares. Descubre cómo reducir el consumo de sal en el artículo de Welnia Sal: ¿por qué no debes añadir una pizca más al plato?.

Las mujeres, más sensibles a la sal

En la relación entre el consumo excesivo de sal y la tensión arterial hay que tener en cuenta que las mujeres son más sensibles a la sal que los hombres, tal y como se describe en un estudio llevado a cabo en la Universidad de Augusta, en Georgia (Estados Unidos). Los investigadores revisaron los datos epidemiológicos más recientes y observaron expresamente los mecanismos específicos del sexo en la tensión arterial sensible a la sal.

Tras un exhaustivo análisis, constataron que las mujeres, independientemente de la edad o de la etnia, son más sensibles a la sal. 

Además, la menopausia exacerba la gravedad y la prevalencia de la tensión arterial sensible a la sal, lo que sugiere que los cromosomas sexuales femeninos predisponen a dicho trastorno, mientras que las hormonas sexuales femeninas mitigan la tensión arterial sensible a la sal. Por eso, al reducirse los estrógenos durante la menopausia puede aumentar la tensión arterial sensible a la sal.

Retención de líquidos en la menopausia

Lo que conduce a una elevación de la tensión arterial en las mujeres es principalmente su vasculatura, que no se relaja debido a la respuesta incorrecta del receptor mineralocorticoide endotelial frente a la aldosterona cuando se consume sal. Los estudios en animales sobre la sensibilidad a la sal indican que los riñones, que deberían excretar más sodio cuando se ingieren mayores cantidades de sal, funcionan mejor en las hembras. De hecho, parece ser que los riñones femeninos excretan mejor la sal que los masculinos. 

Sin embargo, la retención de líquidos es uno de los problemas más frecuentes de la menopausia. Cuando se produce, se hinchan las piernas, los tobillos y el abdomen, lo que produce un aumento de peso y sensación de pesadez. 

Para evitar esta retención de líquidos, se recomienda reducir el consumo de sal y aumentar la ingesta de alimentos diuréticos, como las alcachofas, los espárragos, el apio, la pera, la piña…

La sensibilidad a la sal puede aumentar la tensión arterial y, en consecuencia, el riesgo de eventos cardiovasculares.

Resistencia al tratamiento por sensibilidad a la sal

La Asociación Americana del Corazón sostiene que la sensibilidad a la sal está presente en al menos el 51 % de los hipertensos y en el 26 % de los normotensos. Esa sensibilidad a la sal también puede estar detrás de los casos de personas con la tensión arterial alta que son resistentes al tratamiento antihipertensivo. 

Pero la sensibilidad a la sal no solo puede aumentar la tendencia del organismo a retener la sal en lugar de excretarla a través de los riñones, sino que además puede favorecer un mayor crecimiento del ventrículo izquierdo del corazón.