Adolescencia: una etapa clave en el control de la diabetes tipo 1

Adolescencia: una etapa clave en el control de la diabetes tipo 1
Redacción Welnia
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Welnia

oct 27, 2022
Los cambios hormonales en la adolescencia aumentan la resistencia a la insulina y obligan a hacer pequeños cambios en el tratamiento.

La diabetes mellitus tipo 1 es una enfermedad metabólica que afecta a las células beta pancreáticas que producen insulina en el páncreas. Las personas con diabetes tipo 1 no producen suficiente insulina, necesaria para que las células capten glucosa mediante proteínas de transporte específicas y la glucosa se utilice como energía . No existe un tratamiento curativo para la diabetes tipo 1, pero si se controla adecuadamente, el paciente puede vivir una vida plena y con escasas limitaciones.

La causa de la diabetes tipo 1 es la destrucción de las células beta pancreáticas por reacciones autoinmune, de manera que no hay una producción y liberación de insulina. Su origen es multifactorial y en él influyen distintos factores, como genéticos y ambientales. Puede aparecer a cualquier edad, pero es más frecuente entre los 4 y 7 años, y los 10 y 14 años.

¿Cuáles son los síntomas de la diabetes tipo 1?

Los síntomas de la diabetes tipo 1 en niños y adolescentes pueden aparecer de manera rápida, por lo que es muy importante que los padres sepan reconocerlos para acudir cuanto antes al médico. Esos signos son los siguientes:

  • Aumento de la sed.
  • Ganas frecuentes de orinar.
  • Apetito extremo.
  • Pérdida de peso sin motivo aparente.
  • Enuresis nocturna (hacer pis en la cama de manera involuntaria) en niños que antes no tenían este problema.
  • Cansancio y debilidad.
  • Visión borrosa.
  • Náuseas y vómitos.
  • Infecciones.
  • Irritabilidad y cambios de humor.

Diabetes tipo 1 en la adolescencia

Las personas con diabetes tipo 1 aprenden a vivir con la enfermedad desde una edad muy temprana y la mayoría llega a la adolescencia con unos hábitos de control y autocuidado muy arraigados. Detrás siempre está el apoyo de la familia, pendiente del cumplimiento del tratamiento y del estado general del niño. Sin embargo, la adolescencia puede desestabilizar ese entorno de control y seguridad, y el adolescente con diabetes tipo 1 tiene que hacer ajustes para adaptarse a nuevas situaciones.

Los cambios hormonales de la adolescencia hacen que aumente la resistencia a la insulina y sea más difícil seguir el tratamiento. Debido al aumento de la liberación de hormonas de crecimiento y sexuales se puede dar una mayor resistencia a la insulina, requiriendo administraciones de mayores dosis exógenas. También se producen cambios en el peso y en la imagen corporal debido a la redistribución de la masa grasa. Aumentan las ganas de libertad, independencia y autonomía, y cada vez es más difícil seguir las rutinas de alimentación o deporte. El “futuro” no es importante y se limita, como mucho, a esta tarde o mañana, lo que hace que disminuya la percepción del riesgo de una enfermedad como la diabetes tipo 1.

En la adolescencia también se produce una redefinición de los gustos y relaciones con familiares y amigos. El adolescente busca forjar su identidad y se ve influido por multitud de estímulos, algunos de los cuales le llevarán a replantearse el tipo de vida que lleva y las limitaciones que le impone la enfermedad. Esto puede aumentar el riesgo de problemas emocionales y psicológicos, trastornos de la conducta alimentaria y comportamientos de riesgo, como el consumo de tabaco, alcohol y otras drogas, que interfieren en el control de la diabetes.

Riesgo de cetoacidosis en la adolescencia

Las características de la adolescencia pueden entrar radicalmente en conflicto con la vigilancia y la responsabilidad necesarias para el control de una enfermedad como la diabetes tipo 1. Por ello, algunos adolescentes descuidan o incluso interrumpen su tratamiento, lo que causa descompensaciones que pueden tener un impacto muy importante en su salud.

Los cambios hormonales en la adolescencia aumentan la resistencia a la insulina y obligan a hacer pequeños cambios en el tratamiento.

Una consecuencia grave de la falta de control de la diabetes tipo 1 en la adolescencia es la cetoacidosis. Hay situaciones en las que el organismo es incapaz de utilizar la glucosa como fuente de energía, viéndose sustituida por el catabolismo de lípidos y síntesis de cuerpos cetónicos. Un ejemplo de esta situación es cuando no se produce insulina, como en la diabetes tipo 1, y, por tanto, la glucosa no es captada por las células.

Por lo tanto, debido a la falta de glucosa en las células, en el hígado se comienzan a utilizar los ácidos grasos como fuente de energía. Esta degradación produce metabolitos que son utilizados para la biosíntesis de cuerpos cetónicos, ya que órganos como el cerebro no pueden utilizar los ácidos grasos como vía directa para obtener energía. Si no se actúa a tiempo para normalizar los niveles de insulina y glucosa, la acumulación de cetonas en la sangre puede tener un efecto tóxico y desencadenar una cetoacidosis diabética, que supone un riesgo grave para la salud, pudiendo causar edema cerebral, insuficiencia renal y problemas cardíacos.

Es muy importante concienciar al adolescente con diabetes tipo 1 para que entienda que, a pesar de todos los cambios físicos y emocionales que afronta, ahora más que nunca debe mantener un buen control de la diabetes tipo 1.

Cambio de equipo médico en el adolescente con diabetes tipo 1

La adolescencia supone dejar la asistencia pediátrica y pasar a la atención de adultos. Esto rompe la relación de confianza afianzada en Pediatría y obliga al adolescente a iniciar una nueva relación en una situación de intenso cambio y vulnerabilidad. Por ello, algunos especialistas abogan por hacer un proceso de transición estructurado de un servicio de atención a otro que facilite el establecimiento de una nueva relación de confianza entre médico y paciente.

El equipo médico también debe colaborar estrechamente con la familia en el control de la diabetes tipo 1 del adolescente para detectar cualquier comportamiento o trastorno que pueda poner en peligro la enfermedad.

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