Las enfermedades autoinmunes sistémicas (EAS) poseen dos características esenciales. En su origen, todas comparten un fallo del sistema inmune del organismo que deja de realizar su trabajo adecuadamente (defendernos de las agresiones externas) y pasa a producir daño en nuestros propios tejidos y células (enfermedad autoinmune). La segunda característica es que prácticamente no existe órgano o tejido que no pueda verse afectado por las EAS, siendo habitual que dichas afectaciones sean múltiples y simultáneas (enfermedad sistémica).
Las enfermedades más frecuentes son el Lupus Eritematoso Sistémico –la más conocida‐, el Síndrome de Sjögren, la Esclerodermia, el Síndrome Antifosfolípido, las Vasculitis Sistémicas, y las Miopatías inflamatorias, entre otras.
Se conocen más de 50 enfermedades autoinmunes y sus síntomas van desde leves erupciones cutáneas, hasta enfermedades que atacan a órganos o sistemas fundamentales del organismo y amenazan la vida. Aunque cada enfermedad es diferente, la mala función del sistema inmune está presente en todas ellas. Los pacientes pueden tener varios órganos afectados al mismo tiempo, y los síntomas dependen de qué tejidos sean afectados o destruidos.
La mayoría de las enfermedades autoinmunes tienen algunos síntomas comunes, como son:
Aún no se sabe exactamente por qué se producen las enfermedades autoinmunes. Algunas enfermedades están claramente influidas por mutaciones en ciertos genes, como la diabetes tipo I o la enfermedad de Crohn. Sin embargo, en parejas de gemelos no es raro encontrar que uno tenga una enfermedad autoinmune y el otro no, lo que lleva a considerar más causas además de la genética. Se valora también la influencia de elementos del ambiente, pero hoy en día hay muy pocos elementos que estén claramente relacionados con las enfermedades autoinmunes.
Normalmente no hay un tratamiento para cada enfermedad autoinmune. Hay muchos posibles tratamientos que se ajustan según las manifestaciones de la enfermedad.
Los objetivos del tratamiento son:
En general son enfermedades crónicas y algunas cursan en forma de brotes. El espectro de gravedad es muy variable de una persona a otra y su pronóstico ha mejorado notablemente en los últimos años, en parte debido al desarrollo de equipos multidisciplinarios encargados de la atención a estos pacientes.
Una vez recibido el diagnóstico, es importante mantener una comunicación fluida con tu médico para comprender qué puedes esperar de tu tratamiento, cómo controlar los síntomas, y qué cambios tienes que introducir en tu estilo de vida para evitar empeorar.
Recuerda siempre que tu farmacéutico de confianza puede ayudarte a controlar tus síntomas y a mejorar tu calidad de vida.
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