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Las mujeres embarazadas tienen un riesgo de enfermedad tromboembólica venosa de entre 4 y 5 veces superior al de las mujeres no gestantes, según la Comisión de Enfermedad Tromboembólica del Hospital Clínico Universitario Lozano Blesa, de Zaragoza. Esto es debido a una serie de cambios, entre ellos hormonales, además de a la progresiva disminución de la movilidad por el aumento del volumen abdominal y del peso.
En la actual pandemia provocada por SARS-CoV-2, la infección por este tipo de coronavirus en la embarazada se debe considerar como un factor de riesgo más para enfermedad tromboembólica venosa.
La razón que expone el Ministerio de Sanidad en el documento “Manejo de la mujer embarazada y el recién nacido con COVID-19” -elaborado por, entre otros, las sociedades españolas de Trombosis y Hemostasis (SETH) y de Ginecología y Obstetricia (SEGO)- es que “se han descrito alteraciones de la coagulación en las personas que ingresan con COVID-19. Dado que el embarazo confiere un estado de hipercoagulabilidad, es de suponer que la infección por COVID-19 en la mujer embarazada incrementa el riesgo tromboembólico (ya de por sí aumentado durante el embarazo, como advierte el Clínico de Zaragoza)”.
¿En qué consiste la enfermedad tromboembólica venosa? Tal y como recoge el blog del Servicio de Hematología de la Fundación Jiménez Díaz (Madrid), esta patología se produce cuando se forma un coágulo de sangre, llamado trombo, en las venas del sistema venoso profundo del cuerpo. Si no se diagnostica y se trata precozmente, este trombo puede crecer. Si dicho coágulo se forma en las arterias, se conoce como trombosis arterial.
La enfermedad tromboembólica venosa incluye la trombosis venosa profunda y el tromboembolismo pulmonar. La trombosis venosa profunda puede afectar a cualquier localización, aunque lo más frecuente es que lo haga en las extremidades inferiores. Cuando uno de los coágulos que se produce en las extremidades inferiores se fragmenta, viaja al pulmón y obstruye las arterias pulmonares, provocando una embolia pulmonar.
La enfermedad tromboembólica venosa puede tener consecuencias graves, pero, la buena noticia es que, en un gran número de casos, estas se pueden prevenir.
Con tal fin, la Sociedad Española de Trombosis y Hemostasis ha realizado unas recomendaciones sobre prevención de enfermedad trombovenosa en el embarazo y puerperio (o cuarentena) durante la pandemia de COVID-19, resumidas a continuación:
La heparina es una sustancia anticoagulante que se emplea como medio de prevención de coágulos en sangre, evitando la formación de trombos. En España, las heparinas se comercializan en forma de jeringas precargadas que se administran mediante una inyección subcutánea en la pared abdominal, dejando alrededor de unos 5 centímetros de distancia con el ombligo.
Para orientar a las personas que tienen que administrarse heparina o a las que van a proceder a la administración de este tratamiento al paciente, el Consejo General de Colegios Farmacéuticos (CGCOF) da los siguientes consejos en un vídeo presentado por el farmacéutico Iván Espada:
Se recomienda ir alternando los lugares de administración todos los días para evitar un daño continuado a la piel.
Según el CGCOF, entre los efectos adversos más frecuentes de la heparina se encuentran las reacciones locales en el punto de inyección, como puede ser el dolor o la aparición de hematomas.
Asimismo, la SETH ofrece estos consejos para la prevención de la trombosis en las mujeres embarazadas con COVID-19 o sospecha de infección por este virus:
Recuerda que, si tienes cualquier duda sobre la administración de la heparina, puedes resolverla acudiendo a tu farmacéutico de confianza.
Fuente:
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