El 31 de mayo se celebra el Día Mundial Sin Tabaco, una fecha clave para reflexionar sobre los riesgos que algunas formas de consumo de tabaco tienen para la salud. Entre estas se encuentra la cachimba, que se ha popularizado entre muchos jóvenes como una alternativa más “suave” al cigarro. Sin embargo, los efectos negativos de la cachimba en la salud pueden ser similares a los de fumar cigarrillos convencionales.
La cachimba, también conocida como “shisha”, “hookah” o “narguile”, es un dispositivo tradicional para fumar tabaco que surgió en las culturas de Oriente y el Mediterráneo oriental. Aunque sus raíces son antiguas, su popularidad ha cruzado fronteras y hoy fumar en cachimba es una práctica extendida en todo el mundo, especialmente entre los más jóvenes.
Para entender cómo funcionan las cachimbas, basta imaginar un sistema en el que el tabaco aromatizado con sabores dulces, como manzana, menta o miel, se calienta mediante carbón y el humo resultante pasa a través de un recipiente lleno de agua antes de llegar a la boca del usuario. Esta etapa acuática hace que el humo sea más húmedo y suave, lo que puede dar la falsa sensación de que es menos dañino que el de un cigarrillo convencional. Además, como la resistencia al aspirar es baja, quien fuma tiende a hacer inhalaciones más profundas y prolongadas, alargando también las sesiones.
Sin embargo, aunque el agua modifica la textura del humo, no elimina las sustancias nocivas. De hecho, numerosos estudios alertan de que las cachimbas son malas para la salud, a pesar de la percepción errónea de que resultan inofensivas.
Las cachimbas son malas para la salud porque el humo contiene niveles muy altos de monóxido de carbono, metales pesados y sustancias cancerígenas, y no se elimina su toxicidad al pasar por el agua, aumentando el riesgo de cáncer y enfermedades respiratorias.
El vapeo tampoco es una alternativa al cigarrillo tradicional, ya que produce un aerosol cargado de partículas químicas tóxicas que afectan al corazón y a los pulmones, aumentando el riesgo de enfermedades cardiovasculares, respiratorias y cáncer. De ahí que países como Francia hayan prohibido los vapeadores.
Por lo tanto, si estás pensando en dejar de fumar, debes excluir tanto la cachimba como el vapeo como posibles opciones para conseguirlo.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), una sesión típica de una hora fumando en cachimba puede implicar inhalar entre 100 y 200 veces el volumen de humo de un solo cigarrillo. Además, se estima que una carga de tabaco sin sabor en una cachimba contiene una cantidad de nicotina equivalente a 70 cigarrillos.
Los expertos coinciden en que los efectos en la salud de la cachimba son muy nocivos tanto para quienes la usan directamente como para quienes inhalan su humo de forma pasiva.
Uno de los aspectos más preocupantes es que la cachimba se está convirtiendo en la puerta de entrada al tabaquismo de muchos jóvenes. La falsa sensación de seguridad que ofrece el paso del humo por el agua, unida al atractivo de los sabores dulces y afrutados, contribuye a que adolescentes y jóvenes adultos normalicen su uso sin que sean conscientes de los riesgos. A esto se suma el componente social y estético con el que suele publicitarse su consumo, como si se tratara de una práctica inofensiva o incluso sofisticada, lo que refuerza su popularidad en reuniones grupales, sobre todo entre los más jóvenes.
Sin embargo, los efectos nocivos de la cachimba son especialmente preocupantes en este grupo de población. El cerebro de los adolescentes todavía está en desarrollo y es más vulnerable a los efectos de la nicotina, lo que incrementa el riesgo de dependencia a edades tempranas. Además, al tratarse de sesiones prolongadas, los fumadores de cachimba pueden inhalar más humo -y por tanto más sustancias tóxicas- que con un cigarrillo tradicional.
Estos son algunos de los principales riesgos del consumo de cachimba, tanto en jóvenes como en adultos:
Pero fumar no solo perjudica la salud de las personas, sino que también tiene un impacto negativo en el medio ambiente. La industria tabacalera, responsable del cultivo de tabaco para las cachimbas, contribuye a la contaminación del aire con gases de efecto invernadero como CO2, metano y óxidos de nitrógeno, además de causar deforestación y destrucción de tierras.
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