El bronceado solar proporciona un tono de piel atractivo y aparentemente saludable, pero suele desaparecer rápidamente tras el verano. La Academia Española de Dermatología y Venereología aconseja que después del verano se realice un cuidado intensivo de la piel para recuperar los daños provocados por una mayor exposición al sol.
En verano, la falta de humedad en ciertas zonas geográficas y las altas temperaturas hacen que la piel esté más seca, por lo que es necesario hidratarla a diario para evitar que se pueda descamar. Después de cada exposición solar, es recomendable utilizar cremas y lociones after sun que, además de hidratar y regenerar la piel, estimulen la producción de melanina, que es el pigmento responsable de la coloración de la piel.
La melanina tiene un efecto protector frente a los rayos ultravioleta (UV), ya que los absorbe y los distribuye hacia las capas superiores de la piel.
La protección solar de amplio espectro (UVA-UVB) es clave para evitar los efectos nocivos de la radiación solar. Los protectores solares se pueden combinar con ciertos productos bronceadores y complementos alimenticios de nutricosmética solar que ayudan a mantener el bronceado.
Para cuidar la piel tras el verano, la Academia Española de Dermatología y Venereología ofrece las siguientes recomendaciones:
Las células de la piel se reemplazan de forma constante a través de un proceso de reparación y regeneración. Se van desprendiendo poco a poco, lo que hace que las nuevas células tomen el relevo de las viejas.
Las células de la epidermis, que es la capa superior de la piel, se renuevan más o menos todos los meses. La epidermis se mantiene gracias a que los queratinocitos tienen propiedades estructurales. Estos se forman en la membrana basal y se mueven hacia la superficie dando a la piel un aspecto sano, luminoso y terso.
El recambio de las células de la piel se produce de forma natural, pero a medida que se envejece el proceso de regeneración va disminuyendo. También hay agentes externos, como el sol, que hacen que este proceso se altere y que la piel adquiera un aspecto poco saludable, más opaco y menos brillante.
Para prolongar el bronceado, además de cuidar la piel por fuera, es importante cuidarla por dentro con una alimentación equilibrada y una correcta hidratación.
Los alimentos ricos en vitaminas y antioxidantes son los mejores aliados. Entre estos se encuentran el tomate y la zanahoria, ricos en vitamina A, que facilita la regeneración cutánea y mantiene una buena pigmentación de la piel. En cuanto a la hidratación del organismo, nada mejor que el agua. Pero no hay que olvidar que existen otras fuentes de hidratación, como las frutas y verduras. Es recomendable elegir siempre las de temporada, como la sandía, que tiene un alto contenido de agua.
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